
La sincronización es quizás, junto con la capacidad de almacenamiento, una de las propiedades más apreciadas del almacenamiento en la nube. Esta capacidad permite a las personas usuarias mantener sus datos y configuraciones actualizadas entre diferentes dispositivos, a través de su cuenta, independientemente del dispositivo desde el cual accedan.
Esta facilidad permite tener siempre disponible su información, reduce los errores en el manejo de versiones y también permite compartir el contenido con otras personas.
Como es comprensible, la sincronización depende de la conexión a Internet; sin embargo, es posible trabajar localmente, cuando no haya conectividad disponible. Cuando se restaura la conexión, los cambios realizados se sincronizan automáticamente con la versión en la nube.
Si se llegan a producir conflictos (por ejemplo, el mismo archivo fue modificado tanto en línea como sin conexión), el sistema o la aplicación suele ofrecer herramientas para resolverlos, como permitir a la persona usuaria elegir qué versión conservar, o fusionar los cambios.
En el caso de Google Drive, basta con descargar e instalar la aplicación desde la tienda, para que una vez iniciada la sesión de su cuenta, pueda tener acceso a todo el contenido. La aplicación está disponible para todos los sistemas operativos, incluidos los de dispositivos móviles como teléfonos y tabletas.
Si no se desea descargar la aplicación, puede accederla vía web; sin embargo, deberá iniciar sesión cada vez y le será solicitada la validación de su usuario y contraseña cada vez que desee acceder. Puede evitar este paso empleando el gestor de contraseñas del navegador.
Para OneDrive, la sincronización está disponible de forma automática, cada vez que inicie sesión con su usuario de Windows. De la misma manera, también está disponible vía web, por medio de un navegador, iniciando sesión en el sitio de OneDrive.