Cada día, los choferes de autobuses interactúan con una gran diversidad de personas: adultos mayores, personas con discapacidad, trabajadores, estudiantes, turistas, entre otros. Estas interacciones determinan en gran medida cómo se percibe el servicio de transporte público. Un chofer que trata a los pasajeros con respeto y atención puede transformar un viaje común en una experiencia positiva, mientras que un trato indiferente o negativo puede generar frustración y conflictos.
El servicio al cliente va más allá de resolver quejas o proporcionar información. Es la habilidad de crear un entorno en el que cada pasajero se sienta valorado, comprendido y tratado de manera justa. En un autobús, el chofer es el representante de la empresa, y sus acciones tienen un impacto directo en la satisfacción del cliente y en la imagen del servicio de transporte.
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